martes, 2 de noviembre de 2010

QUIERO SER COMO TN BAUM





Quiero tener un sueldo como el de él. O varios sueldos, que al final del mes, o al principio, son un montón de guita. Quizás tanta guita que nunca en mi vida podré ver toda junta. Sé que es una ilusión improbable, pero tengo un alivio. Acabo de descubrir como lo hace.

Es fácil, tan fácil que parece una boludez. El secreto está en que nadie se dé cuenta.

Ernesto dice una cosa, y después dice lo contrario. Escucha todas las opiniones, a favor, en contra, y más o menos, y las mezcla pero que no se note. Parece que tiene pensamientos elaborados pero escritos de manera sencilla, aunque en realidad es un pastiche pedorro, un poco miscelanea, un poco colage, que le da un toque "casual". Al final de la nota parece que dijo mucho, pero no dijo nada. Queda bien con todo el mundo porque dice tantas cosas que a uno lo emboca, aunque sea un cachito. Palabras más, palabras menos, repite la fórmula en la tele, en la radio, en la casa, en el club.

¿Mirá vos? Piensa como yo, piensa un pelotudo que lo lee y se la cree. Y los patrones monopólicos dicen este muchacho es muy útil, dice lo que todos quieren escuchar y no dice gran cosa, o por lo menos no nos compromete con su cantinela pseudo progre insustancial, que al fin y al cabo sigue engordando nuestras faltriqueras, y todos contentos.

Dicen que le gusta Serrat y escucha a menudo la canción: Yo me manejo bien con todo el mundo. También dicen que la gente (no toda) no come vidrio. Se puede ser políticamente correcto y morir en el intento...



    Estaba ahí.

    Y, de repente, se murió.

    No es que hizo su trabajo, se fue y, un día, nos acordamos que existía cuando se murió.

    Ocurrió de repente, a su estilo, en el medio de todo, en el fragor de la batalla, justo cuando peleaba por seguir, que era su manera ingenua de ser eterno, ahí, en el medio de todo. Y nos dejó pasmados, sin brújula. Una vez más, como tantas veces, desubicados.

    ¿Se consumió en su propia intensidad? ¿Era, como dicen los especialistas, un típico caso de las personalidades omnipotentes, que caminan por el precipicio, que no saben encontrar el equilibrio entre la ambición y la salud y terminan en el momento menos pensado? ¿Lo derrotó su país, tan experto como es en de saldar cuentas tarde o temprano, de una manera u otra, con todos sus líderes? ¿Fue una mera enfermedad? ¿Una pasión extenuante? ¿La agresión que recibió, que provocó, que toleró, que alimentó? ¿Nos quiso hacer creer que era tan fuerte porque, en realidad, era frágil, y esa impostura lo forzó demasiado? ¿Le dolía todo más de lo que parecía y sus reacciones destempladas no eran sino simples pedidos de ayuda? ¿Entregó hasta la última célula por amor a la patria, por amor a sí mismo, por ganas de cambiar las cosas, por ser eterno? ¿O se trató de, apenas, una casualidad, de una confusión, del azar mismo de la genética, de lo que está escrito desde que nacemos, aun cuando nadie lo sepa?

    Ya no hay ni habrá respuestas para esas preguntas...


Es genial. Qué manera de captar la realidad y ponerla sobre la mesa, en pocos trazos, para que todos la entiendan. Te felicito Ernesto. Argentina país generoso. Pero pará, pará, no te vayas que todavía no terminó, hay más, mirá, mirá lo que sigue... investigación, profundidad, periodismo explícito de alto voltaje político, sin filtros, a quemarropa...


    Los líderes son seres humanos y, algún día, mueren. En la Argentina, han sabido ser longevos. Pero no es lo que ocurrió con él. Vivimos, con suerte, un ratito. Ese ratito habrá, ahora, que aprender a vivirlo sin él. Y va a ser difícil, de tanto que nos acostumbramos a tenerlo en nuestra mesa, algunos con felicidad y otros, como me pasaba últimamente, con mucho fastidio.

    En la Argentina ha habido, hay, gente en la que despertó una esperanza enorme, o una módica ilusión. Gente que dudó, que lo amó, que lo odió, que lo puteó. Ha habido kirchneristas, antikirchneristas, kirchneristas moderados, ex kirchneristas. Y algunos que han sido algo de todo eso en distintos momentos, en todos estos años. Para ciertas personas ha sido tan importante que festejaron su muerte con miserables bocinazos.

    A todos, nos deja sin una referencia clave: él mismo...


Te equivocaste José Pablo Feinmann, cuando dijiste «cualquier boludo tiene un blog» no fue inteligente de tu parte, ni siquiera aportaste algo nuevo al conocimiento filosófico de las nuevas generaciones que se acercan a la política.

Debiste haber dicho: «cualquier boludo es periodista famoso».


Daniel 
Mancuso






8 comentarios:

Anónimo dijo...

Los razonamientos de Tenembaum no tienen nada que envidiarle a Susana Giménez. Cuando Jorge (W?) Lanata lo convoca para que opine y no le repregunta, no le refuta, nada... ahí se cierra el círculo de la estupidez. Pero ellos tienen el micrófono. Es fundamental la implementación completa de la Ley de Medios.
Saludos,
otro Ernesto

Pedro Mendoza dijo...

Muy buenas y antes que nada pido disculpas ¿sabe por qué? En mi profundodesconociemineto de publicaciones; periodistas; notas de opinión etc etc etc, imaginaba (¿qué b...?) que este muchacho pagaba para publicar sus notas. Dice el dicho que "el que no sabe es como el que no vé". El pebete este me viene aburriendo desde hace bastante tiempo, y cada vez que llego a una nota por él firmada, leo la primer oración y la última, y digamos que así me sé todo el sentido del escrito en cuestión; nada. En esta última sólo leí el principio y fué suficiente. Gracias

Eduardo Real dijo...

Su treta habitual es partir de una premisa aparentemente razonable para llegar a conclusiones que no cierran por ningún lado. Dichas de corrido, vos sabés que te cagó, pero no detectás dónde. Porque, en apariencia, casi todo es lógico.

Yo recuerdo una columna donde la idea era más o menos la siguiente: "El que piensa diferente a lo sumo puede estar equivocado, pero éso no lo convierte en un hijo de puta".

Fijate que arranca mal y termina peor: ¿Podríamos calificar a Clorín como "Alguien que piensa diferente", o como un reverendo hijo de puta que oculta, deforma, retuerce argumentos para llevar agua a su molino? ¿Diríamos que acusar al Gobierno de interferir satélites y luego, con los informes técnicos en la mano, callarse la boca es de "alguien que piensa diferente"? ¿Sería "alguien que piensa diferente" presentar como pobres campesinos abrumados por gabelas estatales, como el Zoilo en el alazán, a la manera de un Billiken o una lámina de Molina Campos a los garcas sojeros de mullida barriga con el culo en sus 4x4?

Aquí y ahora, ésto es, mi viejo, real malicia, no "alguien que piensa diferente". Y como es real malicia y no inocentes diferencias de apreciación, deben llamarse REVERENDOS HIJOS DE PUTA, como nos enseñaron en el barrio. Que es la conclusión que niega en la premisa este reverendo hijo de puta.

daniel mancuso dijo...

Gracias por los aportes y razonamientos que completan la biografía del eximio empleado, abrazo grande

juglar dijo...

je...no es un "Ex" es un SIMIO!
muy bueno dani...

Che Genetic dijo...

Clap! Clap!

Moebius dijo...

Jeje... que buenos todos los comentarios ¿Qué pensarán de sí mismos estos tipos? Quizás hasta no tengan cargo de conciencia porque sus reflecciones deben ser tan pelotudas, con razonamientos de cuarta, apuntando para el lado que a él le conviene... como las notas que escribe.

Susy dijo...

Acabo de descubrir otro blog formidable, partiendo del de Che Genetic.
El comentario sobre Tenembaum me llegó especialmente porque hace ya muchos meses un día escribí a la revista Veintitrés para decirle a su director que consideraba vergonzoso que este autodenominado periodista nos tomara el pelo a los lectores todas las semanas, mediante esa técnica aviesa de escribir pareciendo profundo sin decir nada. O escribir una frase y decir todo lo contrario en la siguiente, simulando amplitud de criterio.
Maestro de la sanata. El director de la revista por entonces me contestó en la misma publicación justificándolo en nombre de la pluralidad y la democracia.
Me enfurecí, pero ahora, cuando llego a su columna en Veintitrés, hago lo mismo que Pedro de Mendoza. Con leer la primera y la última frase es más que suficiente.
En el medio: la nada, pero que parezca profundo.

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