miércoles, 26 de diciembre de 2012

MACHISMO FEMENINO








Ya en el título, la pregunta está cargada de machismo. Como si las decisiones y el coraje fueran patrimonio masculino...

Laura Gambale firma la nota ¿Cristina feminizó al poder o ella se masculinizó?, publicada en Perfil, donde se escuchan opiniones de distintas mujeres analizando la actitud de la Presidenta para con su propio género y las problemáticas de las mujeres en relación al machismo imperante. Pero a través del texto se encuentra un maniqueismo inconducente que no ilumina el camino a las soluciones. Antes de opinar, algunas opositoras tendrían que desprenderse de ciertos prejuicios.

 Lo que no investiga la nota es la actitud de las mujeres en la sociedad actual. La de los hombres no ha cambiado mucho en los últimos siglos. No puede analizarse a Cristina separada de la sociedad en la que se desarrolla como mujer y Presidenta. Una sociedad hipermediatizada, con una catarata de mensajes machistas que cosifica a las mujeres y las degrada permanentemente los 365 días durante décadas. Algunas mujeres son mas violentas y machistas que nosotros. Una sociedad que repite patrones de conducta de generación en generación, con evidente privilegio hacia los varones. Una verdad de perogrullo alcanza: ellos pueden tener sexo con muchas mujeres, ellas no pueden viceversa porque serían putas irredentas...



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Dice Eugenio Raúl Zaffaroni: «El feminismo ha aportado dos conceptos que hoy son de uso corriente y sin los cuales nos faltarían letras claves en el abecedario que usamos para describir la jerarquización naturalizada que nos vende el poder planetario: son el de patriarcado y el de género.

»Por patriarcado se entiende, por decirlo claro, el dominio  machista y todas sus implicancias.  El género destapa la principal trampa del patriarcado: la confusión de sexo con la de rol asignado. El sexo es algo anatómico, pero el género no tiene nada que ver con la anatomía. La mujer tejiendo, cocinando, esperando al marido, cosiendo, no tiene nada de sexual, sino que es un conjunto de roles culturalmente asignados por el poder patriarcal. Y eso es el género.

»Siempre ha llamado la atención que el sistema penal se ocupara casi exclusivamente de los hombres, pero no tiene nada de extraño: en el ejército de la sociedad jerarquizada, a la mujer la controlan los sargentos, y a estos los controla el poder punitivo, que sólo se ocupa de las mujeres que se rebelan a los sargentos. Este el programa originario que proviene de la edad media y que con matices se mantiene vigente». (La cuestión criminal, pag. 184, 185)

¿Cuál es el mensaje subliminal que recibe el nene en relación a la nena que tiene al lado?  En la nota, pareciera que todas las soluciones estuvieran al alcance de la mano de una funcionaria circunstancial que ejerce un mandato, pero lo descontextualiza de modo flagrante, y la responsabiliza de todos los males por pensamiento, palabra, acción u omisión. Una simplificación rudimentaria. Habría que preguntarse: ¿Por qué las adolescentes casi se ofrecen a los varones con sus cuerpos como instrumento para vincularse afectivamente? ¿por qué aceptan la cosificación mediática consuetudinaria que invade pantallas y portadas? ¿por qué se someten a la violencia verbal, física y simbólica que abunda en las escuelas, barrios y trabajos? ¿por qué reproducen los modelos estereotipados por la publicidad y la mercadotecnia?



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Leamos unos extractos de la nota...



Feministas y especialistas en género consultadas por PERFIL debaten acerca del modelo de liderazgo que encarna Cristina y acerca de su compromiso (o falta de éste) con los derechos femeninos. Además, realizan comparaciones con sus pares del Mercosur: Dilma Rousseff, que gobierna Brasil, y Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile.

Norma Morandini, periodista, escritora y senadora por el Frente Amplio Progresista, postula que “la nueva mujer es la que no grita, ni llora, sino que persuade con su argumento. Como los hombres, Cristina también busca el sonido de los aplausos, en ellos por vanidad, en nosotras por inseguridad, para buscar aprobación”

Por el contrario, para María José Lubertino “Cristina es una mujer decidida, de carácter fuerte y no por eso poco femenina”, que “no necesita adoptar rasgos masculinos del poder para que la respeten”. Discrepancias al margen, tanto Morandini como Lubertino coinciden en que la gran deuda de la Presidenta es “el tratamiento efectivo del aborto legal”.

El orden patriarcal. Dora Barrancos, directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), cree que “el poder político tiene una tradición y una legitimidad que proviene del orden patriarcal y, por eso, que una mujer llegue a esas funciones tan relevantes sin duda tiene repercusiones. No tengo dudas de que más allá de la opinión que se tenga acerca del gobierno de Cristina Kirchner, la historia cambia bastante: una mujer reelecta por su desempeño en la primera magistratura no resulta inocua a los imaginarios colectivos”. Barrancos no cree que Cristina se haya “masculinizado” para acceder al poder presidencial, como señalan algunas feministas. “Para nada es así, enfatiza, a menos que medien los preconceptos, como cuando surgió el feminismo. Una mujer decidida es, sobre todo, una mujer”.

Norma Morandini, en cambio, critica a la Presidenta su concepción de “poder personalista, autoritaria, que ya en sí misma es la mejor respuesta a que ella no encarna un modelo nuevo, moderno de mujer en el poder, más democrático e igualitario. Pero no creo que ella gobierne como un hombre, al revés, creo que los hombres no saben qué hacer con su estilo personalista. Ella es igual a los hombres en la palabra, opuesta a la mujer que teme a hablar en público. Fuimos educadas para el susurro, debimos gritar para que nos escuchen, pero ahora que las leyes y el mercado nos legitiman, tenemos la fuerza de los argumentos”.

Avances por decreto. Desde Paraguay, María Angélica Cano, dirigente política y feminista, afirma que “el hecho de tener una presidenta mujer no significa que las desigualdades y las discriminaciones por razones de género hayan terminado por decreto. No es suficiente que las mujeres estén presentes en puestos políticos, es necesario que representen e incorporen la perspectiva de género, y favorezcan relaciones más igualitarias. Dentro de este contexto de análisis, Cristina Fernández, si bien transforma esquemas muy tradicionales, patriarcales, no creo que con su posicionamiento político conlleve un avance sustantivo en relación a los compromisos de género”.

Para la feminista Carmen Colazo, por el contrario, existe “un avance real”, con “un cambio de estereotipo al frente del Estado. Cristina es una mujer femenina e inteligente que sabe ejercer el poder”, afirma. “La política de ella no difiere mucho de la de un presidente hombre. No obstante, es importante decir que por el sólo hecho de ser una presidenta mujer rompe con los estereotipos de género en el poder, favoreciendo una imagen alternativa de la femineidad empoderada”...



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Es evidente que hay mucho por hacer, empezando por nosotros mismos y los conceptos naturalizados que tenemos aprendidos por generaciones y repetimos en la acción, con una fuerte carga de prejuicios.  Es necesario, como dice Paulo Freire, un proceso de desaprendisaje. Porque en gran medida, las mujeres son víctimas de la repetición de las causas de su desgracia, de su propia desidia y aceptación de las reglas de juego del poder patriarcal, desde cosificarse para ellos hasta cuando opinan sobre la Presidenta.



Daniel
Mancuso




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