viernes, 14 de febrero de 2014

BASTA DE CHANGE










Estoy cansado de recibir mensajes en el feisbuc sobre peticiones de cualquier índole en una página yanqui llamada Change.org, a las que termino meticulosamente ignorando luego de hacer clic en la tecla Supr.

Hoy a la mañana, escuché a Cynthia Garcia hablando con el subsecretario general de la Presidencia de la Nacion, Gustavo López, sobre la falta de vacantes en la escuela pública para los pibes y pibas de la CABA...

Aparte de coincidir en el análisis de las falencias del gobierno neoliberal de Mauricio Macri y la voluntad política del ministro PRO Esteban Bullrich de dejar afuera de la educación pública a los sectores más vulnerables de la población... sentí un resabio triste.

¿Y que sugirió el funcionario? Que entremos al portal y nos sumemos a la campaña por la educación pública... ¿en una ONG gringa? ¿será esta una nueva versión del colonialismo cultural al que don Arturo Jauretche dedicó años y sudores?

Y bueno, mientras los cacerolos hacen lío acá o en Venezuela, nosotros hacemos clic en la compu, sin movernos de casita...



Afanamos del feisbuc de Eddie Abramovich...

Change.org es una empresa. No tiene una posición ética o política determinada, ni un buró identificado. Sí, tiene una organización de marketing electrónico muy aceitada que permite la multiplicación de firmas y adhesiones, pero no la “autoridad” para hacer llegar las peticiones a sus destinatarios, sean gobiernos, organismos multilaterales u otras instituciones. Por ejemplo, Amnistía Internacional, con sus distintas seccionales nacionales, funciona así: Toma conocimiento de una violación de los DD.HH, por cuenta propia o por denuncia, la ANALIZA y la SUSCRIBE, generando la petición con SU FIRMA INSTITUCIONAL, para luego presentarla ante la organización interpelada. En cambio, Change.org no elige, ni promueve, ni decide, simplemente REPITE una petición de un modo robótico y, además, no la conduce a ninguna parte, sólo a su auto reproducción.

El objetivo de Change.org –declarado, aunque de un modo eufemístico– no es promover causas sino reunir datos para formar bases de e-commerce.

Hace un par de semanas Change.org le dio soporte a una campaña que exigía la renuncia anticipada del gobierno argentino, bajo la consigna “QUE SE VALLAN TODOS”. Esto evidencia el mecanismo robótico e indiscriminado: no solamente mandan fruta, sino que ni siquiera revisan la ortografía.

Tampoco verifican la autoría ni la veracidad del contenido de las peticiones. Yo mismo he creado tres “causas” –que, por supuesto, no he difundido– a título experimental. Una -que he comentado aquí en el feisbol– para evitar el cierre de una inexistente escuela en un inexistente pueblo de Catamarca. Las otras dos fueron para exigir la demolición del Albergue Warnes – como todos, menos Change.org, saben, dinamitado el 16 de marzo de 1991- , y una similar para reclamar la demolición de la Penitenciaría Nacional de la Avenida Las Heras –como todos, menos Change.org, saben, su demolición se inició en septiembre de 1961 y terminó en febrero de 1962, luego de que Narciso Ibáñez Serrador rodara entre sus muros, con el protagónico de su padre Idem Menta, actor excepcional, algunas escenas de “El Muñeco Maldito”-; todas estas falsas “causas” fueron validadas por Change.org, pero no difundidas porque, simplemente, no suministré direcciones ni la cargué en facebook.



Daniel
Mancuso

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